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viernes, 14 de junio de 2013

LOS MECANISMOS DE DEFENSA: LA TRANSFERENCIA




Los mecanismos de defensa son las estrategias psicológicas inconscientes e involuntarias que los seres humanos utilizamos como respuesta a un acontecimiento interno o externo intenso, estresante, que produce angustia. La persona se siente amenazada y reacciona para tratar de mantener el equilibrio. Con ello se trata de minimizar las consecuencias dolorosas de ese hecho. El propósito de los mecanismos de defensa del yo es proteger a la persona de la ansiedad o de sanciones sociales y/o para proporcionar un refugio frente a una situación a la que uno no puede hacer frente por el momento.

En general todos los mecanismos de defensa, que utilizamos desde la infancia, nos hablan de problemas ocultos, problemas sin resolver que merecen nuestra atención y consideración.

Los mecanismos de defensa alivian la ansiedad pero lo hacen negando o distorsionando la realidad. No la afrontan cara a cara. Le dan la espalda.

¿Cómo reacciono ante un acontecimiento estresante que me provoca angustia?.

21.- La transferencia.

La transferencia es todo lo que en un proceso terapéutico una persona deposita en su terapeuta. Son muchas las cosas o sentimientos que se pueden transferir. Normalmente hacen referencia a asuntos que el paciente necesita resolver. Bien puede ser una relación de pareja, una figura materna o paterna sin encajar, una amistad pendiente. Esto provoca que el paciente se pueda enamorar del terapeuta o pretender una relación más allá del ámbito terapéutico. Por eso se llama amor transferencial o irreal, porque a través de esos sentimientos se manifiestan los deseos escondidos o pendientes del paciente.

En el psicoanálisis este mecanismo adquiere una gran importancia, ya que a través de él se transfieren inconscientemente por el paciente , sus antiguos sentimientos, afectos, expectativas o deseos infantiles reprimidos.

Para Freud este mecanismo representa la herramienta fundamental con la que cuenta el terapeuta, condición necesaria, para poder conducir el tratamiento. Se trata de sentimientos que deberían estar dirigidos originalmente hacia los padres, los hermanos u otras personas significativas en la infancia y que en la vida adulta mantienen su presencia y su efectividad psíquica, de modo que es posible transferirlos a escenarios actuales. Freud señala que este fenómeno ocurre de manera completamente espontánea en las relaciones entre seres humanos, pero cobran una relevancia especial en la relación terapéutica., convirtiéndose en su instrumento principal, para el cambio psíquico del analizante.



Por tanto este mecanismo de transferencia y el análisis de la forma específica en que se presenta, ocupa, entonces, un lugar central para la cura.



Freud observó muy pronto que en la terapia psicoanalítica el paciente proyectaba o transfería hacia el terapeuta parte de su vida emocional en la forma de relación amor/odio. Este lazo afectivo intenso es automático, inevitable e independiente de todo contexto de realidad La manifestación más espectacular de la transferencia es el enamoramiento del paciente. Para no provocar un exceso en la transferencia, Freud consideró necesario evitar toda ambigüedad en la conducta del terapeuta hacia el paciente, prohibiendo todo contacto físico con él y un distanciamiento y ausencia de complicidad emocional. La transferencia es consecuencia de la represión que ejerce el paciente sobre su mundo inconsciente, un mecanismo de defensa y un paso necesario, pero que es preciso superar para la curación del paciente.

La transferencia puede ser positiva o negativa. Es positiva, cuando se dirigen sentimientos amistosos y afectuosos hacia el terapeuta. Y negativa, caracterizada por la expresión de sentimientos hostiles y de enojo.

Por estos momentos Carl Jung consideraba que era imprescindible que el terapeuta estuviera previamente psicoanalizado, hasta el punto que llegó a a afirmar:«Reconociendo estos hechos, el propio Freud aceptó mi exigencia de que el médico sea analizado”.

Esta relación transferencial también se puede producir entre alumnos/as y profesores/as.

Amigo bloguero, te animamos a que escribas en “comentarios” si en tu experiencia terapéutica o de proceso educativo has vivido esta experiencia transferencial.

La redacción del blog

Tenemos 4 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Tengo experiencia de muchos años de psicoterapia con una psiquiatra, y mi relación con ella es como con cualquier otro especialista, y hasta desconozco el desarrollo de su vida. Solo sé cuando toma sus vacaciones, porque yo no tengo psicoterapia.
    Nunca he realizado ninguna transferencia hacía ella porque me lo hubiera indicado.
    Cuando algo no estoy de acuerdo con lo que me indica se lo comento y aclaramos ambas posturas.
    Experiencia de Pepi.

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    1. La transferencia es inherente al proceso psicológico, no es necesario conocer en lo absoluto a tu psiquiatra, ya que la transferencia se desarrolla con las impresiones infantiles que usas para investirla, Es ineludible e inconsciente.

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  2. Me he quedado con esto de todo el artículo: "Freud consideró necesario evitar toda ambigüedad en la conducta del terapeuta hacia el paciente, prohibiendo todo contacto físico con él y un distanciamiento y ausencia de complicidad emocional." ¡¡me parece que requiere mucho esfuerzo por parte del terapéuta en algunas ocasiones (no es una máquina)!!

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