El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 10 de diciembre de 2013

CONVERSACIONES CON MI MENTE


PEREGRINA
Anhelante de tus sueños vas errando peregrina. Con más derrotas que glorias en las heridas del alma, por un camino angosto de tropiezos y de trampas. Las costillas llevas rotas, la espalda cuarteada, y los pies hinchados y maltratados por las piedras.
Nunca has mirado atrás mientras avanzas con dificultad, día tras día, tropiezo tras tropiezo, sin volver jamás la mirada para distinguir a lo lejos la distancia recorrida. Luchando, penando, te adentras en la aridez del horizonte sin ver final ni respiro en esta ruta tan dura.
¿Cómo no asombrarte al ver un extraordinario vergel en medio de la desolación? ¿Cómo no pensar en trampas oscuras o terribles sortilegios? No es normal, no… El camino es dolor, trabajo, esfuerzo, llanto y angustia… ¿Cómo explicar tanta belleza surgida de la nada y a tu entera disposición?
Si, peregrina: frota una y otra vez los ojos mientras el irresistible deseo de internarte sin defensas en el aroma de las flores, en el fluir de las fuentes y en la brisa de las hojas, te embarga. Pero… ¿debe una concienzuda y esforzada peregrina traspasar ese umbral? ¿No es mejor continuar arrastrando los pies y la vida por ese desierto ya de sobras conocido? A fin de cuentas, peregrina, ¿quién te asegura que el extraño paraíso sea cierto o que sea al fin la meta de tu viaje? ¡Difícil elección!... O no…
 ¿Y a quién le importa si es real o no? ¿De qué sirve dudar tanto? Conoces ya el camino y sabes dónde encontrarlo. Entra pues y goza. Descansa por fin de la ruta. Ríe mientras disfrutas el aroma de las flores o chapoteas sobre el agua. Quizá este oasis te de nuevas fuerzas o quizá vuelva a partirte el alma. Pero si finalmente arranca tus lágrimas, no te importe que ya sabes cómo curarte.
 Hoy necesitas el descanso, recibiendo con alegría los regalos de la vida, y si mañana al despertar descubres que todo era un sueño, que abres los ojos en las ardientes arenas, no sufras el engaño. Conoces el camino, tienes piernas para caminar y para volver a ser una peregrina en ruta hacia tu alma.


Mª José Calvo Brasa

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Siendo la vida camino, qué hacemos si no caminamos? Dejamos de vivir, y eso es renunciar al don más grande. Y aunque el camino esté hecho y recorrido por otros, cada uno hemos de recorrer el nuestros y ver con nuestros ojos todo lo que hay en él, bueno y malo, porque la vida tiene placer y dolor. Integrar ambos es aprender a vivir. Y eso solo se consigue viviendo, esto es, caminando. Norecic

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    1. No haces los deberes, Cicerón. Tienes 2 preguntas sin contestar de atrás, del viernes 6 de diciembre. Como no recorras mejor el camino no sé si pasarás esta primera evaluación. No renuncies a caminar...pero "respondiendo"al que va a tu lado.Tienes otra oportunidad, aprovechala que queda poco para las vacaciones y si no los Reyes igual te dejan carbón. Gu, gu!

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  2. Sigue peregrina recorriendo los senderos que conducen al templo de tu ser y al corazón de todos los seres humanos, sigue esa aventura...

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  3. Para mi la grandeza de las personas está en las que tienen: coraje, fuerza, y valentía, para enfrentarse y buscar nuevos caminos en su vida, y que si vuelven a caer se vuelvan a levantar; hasta llegar al equilibrio: entre su pensamientos, su sentimientos y sus acciones.
    Todos somos peregrinos en la vida, pero para Pepi no valora a todos por igual.

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  4. A veces el peregrinar por la vida se hace tan árido que da miedo descansar porque te enfrías y volver a retomar ese mismo camino ¡cuesta más!

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