El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 30 de diciembre de 2013

EL SER Y LOS ZAPATOS



         Estos pies anónimos me evocan una pequeña historia:

         — Mi querido amigo –le dijo el Maestro al luchador por la libertad en su celda carcelaria-, mañana tendrás que hacer acopio de valor para hacer frente a tu ejecución. Y solo una cosa te impide afrontar la muerte con alegría.

         — ¿Cuál?

         — Tu deseo de que se recuerden tus proezas. Tu deseo de que las generaciones futuras aplaudan tus heroicas hazañas.

—   ¿Hay algo de malo en ello?-, preguntó el condenado a muerte.

— ¿No has pensado nunca que, si la posteridad recuerda tus gestas, no será contigo con quien las relacione, sino con tu nombre?

— ¿Y no es lo mismo?

— ¡De ninguna manera, querido amigo! Tu nombre es el sonido al que tú respondes, tu etiqueta. Pero ¿quién eres tú?

         Aquello bastó para que aquel hombre muriera aquella misma noche…, antes incluso de que fuera a buscarle el pelotón de ejecución al amanecer.

         La conversación del Maestro con el condenado a muerte trascendió y llegó a sus discípulos.

         — El Maestro exagera… Seguro que el nombre de uno es algo más que un sonido-, dijeron.

         En respuesta, el Maestro les contó el caso de un vendedor callejero que llegó a hacerse millonario, solo que, en lugar de firmar los cheques con su nombre, los firmaba con dos cruces, porque el tipo era analfabeto.

         Un día, el banquero se sorprendió al ver que en un cheque había tres cruces.

         — Es la firma de mi mujer, que tiene ciertas pretensiones sociales –explicó el millonario-. La segunda cruz es mi primer apellido.  

         Me creo algo porque llevo unos zapatos bonitos, he escrito un libro, o soy el alcalde de mi pueblo. Sin embargo, mi nombre es un sonido, una cruz sobre el papel, una inscripción en una tumba.

         No soy el personaje sino lo que está detrás del personaje.


Pedro Miguel LAMET

Tenemos 3 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Es verdad: "No soy el personaje sino lo que está detrás del personaje".

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  2. Difícil de asimilar. Es verdad que somos más que el nombre, que el nombre es nuestra etiqueta, que somos eternos en sí mismos...bueno...es difícil...de explicar. Norecic

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  3. Muy significativa para Pepi la frase: "No soy el personaje sino lo que está detrás del personaje".

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