El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 9 de diciembre de 2014

El voluntario:
agente de ayuda

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
El día 5 de diciembre fue el Día Internacional del Voluntario. Estas líneas, pues, quieren ser un pequeño homenaje a los miles y miles de personas que dedican su tiempo en beneficio de los demás.
El voluntario, al iniciar su andadura en su prestación de ayuda (en un hospital, en una residencia de ancianos, en un albergue o en el mismo Teléfono de la Esperanza, etc.) comienza con la ilusión, de forma consciente o inconsciente, de que va a servir de gran ayuda a los demás. Fantasea con la posibilidad de hacer la vida más agradable a un anciano, de proteger a un indigente o de salvar a un suicida. Se siente como revestido de un poder especial, que se puede manifestar de varias maneras: “yo lo puedo todo”, o “esta institución es la mejor del mundo”. En última instancia lo que ocurre es que asume, en toda su totalidad, el poder om­nipotente que el ayudado proyecta sobre él.

El voluntario se puede sentir “tocado” por esta fantasía de omnipotencia que el ayudado proyecta sobre él y, al mismo tiempo, sentir la angustia o el miedo de su falta de poder real. De aquí, la posible doble actitud de todo voluntario principiante: de inhibición y de temor al acudir a su puesto de ayuda, o un deseo compulsivo a atender las diferentes demandas de los enfermos, ancianos o los llamantes del Teléfono de la Esperanza. Es decir, la respuesta puede ser de miedo paralizante o de una “huida hacia adelante”.                                           
En un segundo momento se puede producir un sentimiento de fracaso o decepción: “aquí no se hace nada”, “no podemos ayudar a la gente”, etc. son algunos de los senti­mientos que pueden expresarse. De la omnipotencia se ha pa­sado a una “impotencia angustiante”, que incluso impide cualquier tipo de ayuda efectiva. Dos posibles salidas: el abandono del servicio de voluntario, o bien, una acomodación patológica a la realidad frustrante.
Con la anterior etapa se toca fondo y se comienza el recorrido hacia la etapa de aceptación de la realidad. En este momento, el voluntario asume sus límites, pero también sus posibilidades reales, aunque éstas no sean de la magnitud que él fantaseaba. En este momento, el voluntario ha llegado a un sano equilibrio entre lo que deseaba y la cotidiana realidad; equilibrio entre lo que él fantaseaba y las posibilidades reales de su acción como voluntario. A partir de entonces, su acción asistencial será  más creativa y él mismo podrá autoalimentarse de la ayuda que presta.
Este proceso no es solamente un recorrido cronológico, sino que también, con mas o menos nitidez, se puede poner de manifiesto en épocas distintas de la labor como voluntario. Lo patológico no es el proceso en sí, sino el quedarse anclado en alguna de las dos primeras etapas, pues impediría una ayuda eficaz.

Tenemos 4 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Me ha gustado esta descripción que hace el psiquiatra del recorrido del voluntario. Se nota que tiene experiencia de lo que dice.

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  2. Es muy enriquecedor leer estas lineas y poder entender un poco lo que me está pasando o me pueda pasar.
    Gracias por este lujo de colaboraciones totalmente altruistas.

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  3. Que pena no haber recibido Pepi antes estas enseñanzas y a lo mejor se hubiera librado de la crisis que paso con esta O.N.G.
    Llego a la conclusión que no hay que idealizar nada y que siempre hay que intentar tener los pies en el suelo.

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  4. Puedo con todo, esto es una porquería...son expresiones de generalizaciones, que, como sabéis los que acudís a las enseñanzas del TE, se analizan y combaten. La labor en el TE y en las demás ONG es extraordinaria, pero debemos de saber qué tiempo podemos dedicar y no esperar grandes resultados, porque la labor es dedicación y eso es suficiente. Si además se acompaña con espléndidos resultados costatables, será estupendo. Otetipe

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