El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 15 de diciembre de 2014

Lucha

El rincón del optimista
Juan

Sal a la calle y grita, que se oiga tu voz.
Aún a riesgo de ser reiterativo con lo que te voy a contar, me arriesgo: ante lo que consideres injusto, abusivo, rechazable o inaceptable… Protesta, quéjate, reclama, defiéndete, rebélate, LUCHA.
Ante algo que nos ha sucedido que nos perjudica sin tener culpa o responsabilidad alguna no podemos quedarnos de brazos cruzados, anclados en el lamento, porque eso nos crea frustración y a la larga acabamos pagando la factura. Ante ese hecho injusto que nos ha causado una empresa, institución o persona vamos a luchar con uñas y dientes. ¿Cómo? Dejando de quejarnos de palabra y de mente y pasando a la acción. Ya me ocurrió un par de ocasiones que ha tenido que ser a instancias de un tercero que me he puesto manos a la obra para reclamar y exigir lo que creo justo: devolución de algo que compré en mal estado o simplemente hago saber que me han engañado y no lo pienso consentir. Sentado en el sofá de casa no se logra nada. Tenemos poca cultura a la hora de manifestarnos, de pedir el libro de reclamaciones, de llamar al servicio de atención al cliente, de acudir a la oficina del consumidor, de exigir que se te devuelva un dinero. ¿Por qué? Por miedo. ¿Miedo a qué? A que no se nos haga caso, a fracasar nuevamente. Pero te estás dando por vencido antes de intentarlo siquiera, como los niños que dicen que no les gusta una comida sin haberla probado.
Pero es que pensamos que luchar es vocear, gritar, correr delante de la Policía y no es así para nada. Se puede exigir lo que consideras justo con educación, sin levantar la voz, con buen trato, paciencia y estilo. Sabes que si alguien te da un puñetazo tienes todas las de perder si se lo devuelves. Es más operativo ver si hay testigos que lo hayan presenciado para declarar e ir a Comisaría a denunciar la agresión si quieres tener las de ganar, aunque te duela el golpe. Si la compañía de luz, gas o teléfono te cobra más de lo que debe, no se lo permitas, abúrreles a llamadas y/o visitas hasta que te hagan caso, con perseverancia. Si tu empresa en la que trabajas no te paga lo que tiene que ser, reclama hasta que les duela sólo escuchar tu nombre. Vivimos en un país sin ética, donde la ambición y la codicia no tienen límites. Son muchos los que se aprovechan de nuestra falta de costumbre de protestar.
Llega el momento de despertar, de evitar que nos sigan pisoteando. Por si te infunde algún sentimiento te acompaño un poema que me aprendí de memoria que simboliza mucho esa lucha. Es de Gabriel Aresti:
Defenderé
la casa de mi padre.
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre.
Me quitarán las armas
y con las manos defenderé
la casa de mi padre;
me cortarán las manos
y con los brazos defenderé
la casa de mi padre;
me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pechos,
y con el alma defenderé
la casa de mi padre.
Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.
Asín sea.

Haz ruido contra las injusticias, que se enteren, pero hazlo con estilo.

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Defenderé la casa de mis padres. Trataré de poner límites en mi vida. Habrá una distancia prudente y necesaria con los míos. Sabré estar en mi sitio. No cogeré más bolsas de basura que las propias y cuando alguien me quiera dar la suya le diré: no me pertenece, te la devuelvo. ASIN SEA. ¿Qué te parece Juan?

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    1. Cuando te dan la opción de elegir si quieres más basura, entonces puedes poner límites, el problema radica en cuando la basura te la cargan a la espalda y por la espalda, ahí veo yo que reside el problema. La solución, como siempre decimos, pasa por darnos cuenta de esa carga añadida que no te corresponde para poder quitártela de encima, sacudirte y poder seguir caminando ligeros de equipaje, como los hijos de la mar.
      Juan.

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  2. En determinadas situaciones las manifestaciones están bien, pero a la vez acompañadas de escritos. Las palabras las suele llevar el viento. Pepi

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  3. Me ha parecido una generalización cuando dices que vivimos en un país sin ética donde la ambición y la codicia no tienen límite. Quiero entender lo que quieres trasmitir, pero creo que es una descalificación excesiva. Cada uno de nosotros somos responsables de nuestras acciones y omisiones. Protestar sí, hacerlo de una manera civilizada sí...pero yo creo que la mayor parte de la gente guarda y respeta una ética en la que cree. Lo que ocurre es que los chorizos, codiciosos y ambiciosos sin escrúpulos se notan más. Me gusta que con tu escrito hagas reaccionar a los que están cómodamente en el sllón viendo pasar los toros, pero no más. Otetipe

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    1. Tienes mucha razón, Otepipe, es una generalización excesiva lo de la ambición y codicia sin límites. Lamento si te has podido sentir ofendido o si alguien más lo ha visto así. Quizá estoy demasiado envuelto en las noticias de corrupción política y desmanes y abusos de los poderosos. La prueba de que no me gusta generalizar es que cuando escucho ese cliché de "todos los periodistas son unos mentirosos" siempre me siento dolido y trato de rectificar a quien lo dice explicando que yo intento trabajar con la ética que tú mismo aludes.
      Disculpas.

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