El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 11 de enero de 2011

EL FILANDON DEL PRIMER APRENDER A VIVIR

“He encontrado un importante colchón emocional”

Decidimos retrasar el final de nuestro taller de aprendiendo a vivir y celebrar un filandón, evocando los encuentros que antes se hacían en los pueblos cuando el invierno estaba encima de nuestros tejados y las tardes se hacían largas como sombras . Eran una oportunidad para el diálogo, las risas y las leyendas, esas historias que vamos pasando de generación en generación como tradiciones orales y que forman parte de nuestra cultura.

Aunque nos faltaron las castañas asadas, el sorbo de la parva – pequeños tragos de aguardiente- y el rechistar de las astillas en la magia del fuego, nuestro filandón estuvo lleno de sinceridad y de calor.

María Teresa tuvo que marcharse enseguida – es lo que tiene ser madre de niños pequeños- pero nos dejó, junto al rico embutido, su confesión: “He descubierto que hay gente maravillosa, que me quiere y me apoya. He encontrado un colchón emocional donde poder expresar mis sentimientos más dolorosos y que no pase nada..”.

“Yo llegué al Teléfono con muy baja autoestima, una timidez que me invadía y me bloqueaba y pensando que mi vida no tenía sentido. Me he encontrado con personas que han sabido escucharme y valorarme. Hoy pienso que me queda mucho bueno por hacer. Por eso Gracias a todos”. Da gusto ver como a María José se le soltado la lengua. ¿Será el vino del Bierzo que estamos saboreando?.

A Manuela no hace falta invitarla a hablar. Mientras sirve la merienda en los platos, nos dice emocionada: “Yo tengo muchos problemas y vosotros los conocéis porque os los he compartido, pero yo salgo de aquí como nueva. Me voy con paz, más tranquila, ilusionada, sabiendo que me espera una guerra que poco a poco voy batallando y espero ganar”. Mari Luz, su amiga, le dice que sí que va a salir victoriosa, como ella está saliendo del dolor por el adiós definitivo de su ser querido.

La tortilla que nos ha preparado Gloria está sabrosísima y sus ojos hoy están vivos y saltarines, y nos dice:”He aprendido a no complicar la vida a los demás y a confiar”. Somos varios los que la decimos que no es fácil saber en quien se puede confiar y quien no se merece nuestra confianza.

Manuel se ha encargado de que ninguno de nuestros vasos esté vacío. Se ve que desea ver nuestras lenguas sueltas y atrevidas. Como si fuera una máxima que lo resumiera todo, en voz alta afirma: “Yo he venido aquí porque tenía una piedra en el zapato, una piedra que me causaba y causa dolor. He aprendido a vivir”.

Con esa claridad suya consigue que hagamos por unos instantes silencio, como si estuviéramos cada uno dirigiendo sus últimas palabras. “A mi me gusta el ambiente familiar que se crea. Me he dado cuenta de que gastamos/gasto mucho tiempo en cosas que son banales o en fantasías amargas que luego nunca ocurren. Nos preocupamos en demasía. Me gusta haber descubierto la palabra “basta”, y la voy a poner en práctica en algunos situaciones que estoy viviendo”, reconoce María Ángeles, fruto del largo camino recorrido. “Yo he descubierto cosas en mi que desconocía y que necesito paciencia para cambiarlas”, le contesta Ofelia.

¡Qué rica está la empanada y qué saludable el ambiente en el que el filandón nos va envolviendo, como embrujándolos, humanizándonos una vez más!. Petri nos recita las cosas concretas que ha escrito en su pizarra y que para ella han sido un hallazgo: “No complico tanto las cosas; pongo un muro cuando lo necesito; cada vez me siento menos culpable; nada pasa por casualidad; todos sentimos de forma muy similar”. Nos parece que sus alumnos en la escuela, asienten: ¡Qué bien, profe!.

Es la hora de los bollos, de los mazapanes, de las personas buenas y tiernas como Piedad: “Si no soy capaz de quererme a mi misma, ¿cómo voy a querer a los demás?. Soy una persona afortunada”.

El filandón se alargó con los chistes- “no hay trabajo terapéutico sin sentido del humor”, nos recuerda Valentín- , las bromas, las ganas de volver a estar juntos que evoca Tere, los deseos que sólo el corazón sabe expresar y el ánimo de seguir en este tren, en esta vía que es de esperanza y bondad.

Levantamos la copa al compás del brindis que empieza a ser familiar en el Teléfono de la Esperanza: “¿ESTAMOS TODOS?”

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Valentin, lo que ha quedado en mi interior, ha sido muy superior, a lo descrito, que ni yo misma soy capaz de expresarlo.
    Desde aquí, te doy nuevamente las gracias, (sabes lo que me emocioné, cuándo me lo indicastes), pués has sido la única persona que me ha valorado verbalmente, como he luchado y lo duro que me ha sido llegar a donde estoy. Cuándo una persona lo ha pasado muy mal, se agradece que los demás te lo valoren (aunque ya sé, que soy yo, la única que me debo valorar, como así había sido).
    Desde aquí envio abrazos especiales a mis coordinadores: Mercedes y Valentin y a mis compañeros: Petri, Manu, Ofelia,Piedad, Mª Teresa, Tere, Mª José, Gloria, Manuela, Mª Luz, Consuelo, Asunción y Mercedes, que también me han enseñado mucho y que el próximo fin de semana espero verles en el comienzo de un nuevo curso.

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  2. ¡Qué hermosos resultan todos esos sentimientos! Vivir feliz, ese es el objetivo. Enhorabuena a todos.Alberto

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