Con frecuencia decimos “gracias” varias veces al día: al consultar algo, pedir información, comprar, vender... un gesto de cortesía y educación. Sin embargo hay personas que pocas veces escuchan “gracias”. Pongo cuatro ejemplos.
Las madres. Normalmente se desviven pos sus hijos y suponen un colchón emocional y vital de mucha importancia en nuestra vida. Pero como siempre están, siempre esperan, siempre dan, no se lo agradecemos casi nunca.
Los padres. Tal vez no se desvivan aparentemente tanto, pero marcan, orientan, dan seguridad y resuelven problemas. Como en el caso anterior, no nos paramos a darles las gracias porque nos parece la cosa más normal del mundo.
Los amigos más íntimos. Aquellos que conocen nuestras penas y miserias, que nos acompañan, nos alientan, nos escuchan, aguantan nuestras neuras y comparten nuestras alegrías. Como nos tenemos tanta confianza, no les damos ni las gracias.
Los que tiran de nosotros cuando la cuesta de la vida se hace insoportable. Con su fortaleza nos levantan, nos empujan y nos arrastran. Y nosotros damos por hecho que como son más fuertes y tienen más coraje no les supone nada hacer lo que hacen.
A todas estas personas, seguro, les gustaría escuchar “gracias” más a menudo. Seguirán haciendo lo mismo aún sin escucharlas, como hasta ahora, pero se sentirán reconfortadas e ilusionadas.
Puede ocurrir que si tardamos en dárselas, tal vez ya no estén para escucharlas.
La Escribana del Reino
M.E.Valbuena
M.E.Valbuena
A veces se nos olvida decir "GRACIAS" en determinados momentos, como a mí, que a la Escribana del Reino nunca se las he escrito, por todos los comentarios que domingo tras domingo nos presenta y todos me son de gran utilidad . Así que "MUCHAS GRACIAS" y que sigas con ese entusiasmo para ayudarnos en nuestro caminar de la vida.
ResponderEliminarGracias por compartir tus reflexiones en el blog. Cada una de ellas me ha hecho pensar.
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