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| Espino adornado de flores. Jesús Aguado |
Cuando los hijos de la mediocridad llegan a puestos de renombre se avalan de títulos y reconocimientos varios, como si éstos bastaran para dotarles de una importancia que sólo ellos creen tener. Los esgrimen como prueba irrefutable de estar en el lugar merecido.
Mientras tanto, los brillantes de verdad siguen trabajando, investigando, creciendo, comprometiéndose con su mundo. Porque esa y no otra es la razón de su brillo: trabajar duro, sin perder el tiempo en pamplinas y chismorreos.
Como el brillo es difícil de ocultar, pronto un sinnúmero de mediocres los cercará con el fin de arrebatárselo. En vez de aprender de los brillantes, de dejarse llevar por su fuerza y de copiar sus hábitos, los mediocres se dedicarán a buscar los puntos débiles, a erosionar, a castigar y, finalmente, a arrinconar en el cuarto más oscuro posible. Y se alegrarán de ello por haber hecho justicia.
Pero no nos engañemos. El brillo robado nunca será brillo propio.
Con el tiempo, la Justicia (esta vez con mayúscula por ser universal) volverá a poner las cosas en su sitio. Así lo creo y quiero seguir creyéndolo, porque la Historia y las historias cotidianas están llenas de ejemplos en este sentido.
Y si no, que le pregunten a la luna, que si los astros no la iluminan no la podemos ver, por mucho que a ella le guste ser admirada.
La escribana del Reino
M.E.Valbuena
Me quedo sin palabras. ¡Qué difícil es explicar la mediocridad! Para mi es lo contrario a la autenticidad. Es dar un rodeo justificando los medios en atención a los fines. Es ir de espaldas para no ver la cra que se trae. Es buscar un provecho propio a costa del de otro. A veces resulta muy difícil descubrirlo. Pero ahí está y hay que contar con ella. ERASMO
ResponderEliminarCon tú exposición "Escribana del Reino", pienso que entra en "juego", la envidia. Aunque para mí el ser brillante no significa que la persona sea perfecta, pues tiene sus limitaciones y deficiencias como todo ser humano, pero el hecho de destacar en algo o haber llegado a ser lider, ya es suficiente para que sea la envidia y rencilla de aquellas personas que no saben valorarse y reconocer hasta donde pueden llegar, y que siempre habrá personas superiores,iguales e inferiores a nosotros.
ResponderEliminarDisfrutar del domingo, os lo desea Pepi.
Vamos, que ya lo decían los antiguos: "es más facil predicar que dar trigo". Unos se dedican a dar trigo y otros/as se dedican a desvalorizar el trigo de los anteriores: "si no es trigo, si es alfalfa, si sólo son berzas, si, si, si...". Posiblemente sean personas que se valoran poco y por eso se fijan tanto en los demás. Celos, envidia..
ResponderEliminarClaro como el agua, Escribana.
ResponderEliminarSigamos puliendo el diamante que somos, rozandonos para brillar más, no porque lo busquemos como fín sino porque es nuestra esencia.El rozamiento produce otra cara que da color cuando se mira a la luz.
ResponderEliminarLo demás no debe preocuparnos en exceso porque forma parte de la naturaleza humana.Much@s querrán romper lo que ven pq no aguantan su trasparencia multicolor pero el diamante sabe que es duro por naturaleza y no cualquier cosa le daña.
Cada un@ tiene su camino y va despertandose,con suerte y trabajo,del letargo que supone la mediocridad de acción y de pensamiento.Es inevitable que al tomar conciencia de ello y ponerse en camino,te separes del montón, no porque quieras, sino porque tu descubrimiento te lleva a otros lados.También, supone el que otr@s te rechacen.Es el riesgo.
La Justicia humana,aún siendo también yo idealista,creo yo es una interpretación desde nuestros conceptos,bastante limitada que no hace "justicia" porque no tiene en cuenta todo lo que la persona es.Ya me gustaría a mí que el concepto de justicia patriarcal que ha existido durante tantos siglos, mirara más a sus entrañas y tuviera un sentido más matriarcal, más basado en el CUIDADO de las personas.
Mientras, sigamos trabajando en todo ello porque como bien dices el tiempo corre,las historias se colocarán o descolocarán mil veces según nuestro juicio o no. Pero, ¡que nos quiten lo bailao!
Un abrazo.