El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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domingo, 10 de junio de 2012

LAS CINCO DE LA MAÑANA



A las cinco de la mañana


Supongo que a las cinco de la mañana se pueden hacer muchas cosas: escribir si la inspiración te llega de madrugada, estudiar en tiempos de exámenes, leer en caso de insomnio, trabajar si te toca el turno, beber y bailar si se trata de vivir la noche...

Yo, normalmente, duermo. Y a esa hora creo que profundamente. Menos cuando hago guardia de noche en el TE. Una llamada a las cinco de la mañana siempre encoge el corazón y abre los sentidos.

Todavía no me acostumbro a la desesperanza que desgrana la voz de quien llama a esas horas para que alguien anónimo escuche su malestar. Todavía me cuesta controlar el temblor de mi mano al levantar el auricular sin saber lo que puedo escuchar. Todavía me cuestiono si mi silencio y mis palabras pueden ser suficiente consuelo ante tanto desasosiego.

Tengo en la memoria una de las últimas llamadas de las cinco de la mañana. La voz del otro lado del hilo telefónico mostraba sus sentimientos de impotencia, dolor y sufrimiento de una forma tan clara y sincera que me sobrecogió. A esa hora, en que la noche es muy negra y los miedos muy grandes, el silencio da una densidad especial a las palabras y la conexión es mayor entre dos seres que buscan la comunicación. La relación que se establece, libre de obstáculos y barreras de todo tipo, es en sí misma un principio sanador.

Si consiguiéramos comunicarnos siempre como quien lo hace a las cinco de la mañana de forma desesperada, tal vez no necesitaríamos lugares anónimos a los que llamar para ser escuchados.

Si mostráramos nuestros sentimientos así, desnudos, y sin miedo a ser juzgados, sin duda estableceríamos relaciones profundas y sanadoras.

Pero la vida y nuestras propias vivencias nos hacen ir con la coraza puesta y sólo nos permitimos quitarla en contadas ocasiones. A veces, únicamente ante la persona anónima que está dispuesta a escucharnos a las cinco de la mañana.


La escribana del Reino
M.E.Valbuena

Tenemos 4 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Tiene razón La Escribana, una llamada a las cinco de la mañana, deja helado el corazón, casi sin reacción, y a elloserá muy difícl que podamos aceptarla con normalidad.Y además, casi siempre tomamos las cosas por la tremenda. ¡Pero, es que no son horas! Y, la vida continúa, ERASMO

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  2. Claro que no son horas, por eso la comunicación es distinta a las 5 de la mañana, porque es desesperada, porque no se detiene en pamplinas y va a lo esencial.

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  3. A las 5 de la mañana como muy bién ha descrito "La Escribana del Reino", es cuando la persona que necesita ser escuchada expresa con claridad, cercania: sus angustias, miedos, tristezas, soledad etc.etc., aunque sea consciente de su problemática, pero a lo mejor no sabe como enfrentarse, o si sabe la da miedo enfrentarse y necesita de ese empuje para una clarificación del camino a seguuir.
    Pepi os desea que paseis un feliz día de domingo, y aunque el día parece otoñal, buscarle también lo positivo que hay con esta climatologia.

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  4. Me quito el sombrero ante vosotros que escucháis a las 5 de la mañana

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