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pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 25 de junio de 2012

NO PERDONA QUIENE QUIERE…SINO QUIEN PUEDE



Guarda urbano. Burgos


Perdonar supone creer en la bondad intrínseca del ser humano. Por esto, saber perdonar es enfatizar "el nosotros" frente al "yo"; es aceptar las propias limitaciones y las de los demás; es no sentirse atacado por la actitud del otro sino comprender su debilidad y la nuestra.

La capacidad de perdonar no se improvisa. No depende solamente de la voluntad del sujeto sino que es un proceso que se inicia en la infancia y se va configurando a lo largo de la vida, al ir integrando las frustraciones y gratificaciones de la propia existencia. Por esto podemos afirmar que no perdona quien quiere, sino quien puede...

Desde el momento mismo del nacimiento el ser humano se desarrolla entre dos emociones: vivencias de amor y vivencias de odio, gratificaciones y frustraciones. Por lo tanto, el perdón no es un sentimiento innato en el niño sino "algo" que va aprendiendo como forma de integrar sus sentimientos de odio y agresividad. Diríamos que es un mecanismo de supervivencia: sin una mínima capacidad de perdón el niño no podría seguir viviendo, pues continuamente está recibiendo fallos u ofensas del otro (no es atendido al momento, tiene hambre y no le sacian, está sucio y no le limpian, tiene frío y no le arropan, etc.) y además tiene también que perdonarse su propia incapacidad de no saber expresar su agradecimiento o su amor a los más próximos.

Ante este panorama el sujeto tiene dos opciones: se construye un "falso yo" omnipotente, para que todas las agresiones le resbalen, o aprende a perdonar (y perdonarse). La primera salida nos lleva a una "personalidad narcisista", patológicamente autosuficiente, lo que supone una coraza defensiva ante los demás y una dificultad para relacionarse y admitir sus propios errores. Podemos afirmar que a mayor narcisismo menor capacidad para perdonar.

La segunda posibilidad se va configurando al mismo tiempo que contemplamos a los demás, no como enemigos, sino como parte de nuestra propia felicidad. En este sentido la educación basada en el respeto hacia el otro es una de las mejores maneras de ir aprendiendo a perdonar y a perdonarse. Y esto no está reñido con la posibilidad del castigo o la sanción ante una falta cometida. Lo que es evidente es que los padres, que saben castigar pero también saben perdonar, son los grandes contribuyentes a que los hijos vivencien las ventajas del perdón frente a la venganza o el resentimiento. Y esto es así, pues en definitiva, la capacidad de perdonar está en relación con la imagen de sí mismo y de cómo se experimente a los demás.


Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra

Tenemos 5 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Conclusión:...Cada uno somos según somos capaces de perdonar. Unos tienen gran capacidad para perdonar y a otros les resulta muy difícil llegar a perdonar. Después de leer a Rocamora tengo más claro el motivo de esas dificultades. Gracias.

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  2. El perdonar no tiene por qué cambiar la relación con la otra persona, pero si me parece importante ser capaz de perdonar, porque a la vez te ayuda a quitar el "dolor" por lo vivido de la otra persona.
    A Pepi le parece dificil llegar a la esencia de la otra person para conseguir el perdón

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  3. Me ha gustado el artículo de Rocamora. Perdonar me parece que es esencial para vivir felizmente. Somos seres en relación. Unos necesitamos y dpendemos de otros. Y esas relaciones están basadas en la confianza. Perdonar es darse cuenta que somos seres limitados que metemos la pata, consciente e inconscientemente, y que es mejor, para la felicidad propia, relativizar la acción. Se equivocó o me equivoqué, ¡¡qué le vamso a hacer!!, otra vez será: te perdono, me perdono. Vivir sin perdonar o perdonarse tiene que ser muy duro, hace temperamente rígido que, al final, de una u otra forma, se rompen. Me viene a la mente la vara de una palera o un sauce, es sueve, se doble, se doma y se puede jugar con ella. Al contrario que la rama de un chopo, que es dura y se quiere doblarla se rompe. Me apunto a perdonar. Quiero aprender esa lección. Hoy me la ha reocrdado esta reflexión de Alejandro. ERASMO

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  4. Hoy camino del trabajo escuché a una de las víctimas de la violencia terrorista su imposibilidad para perdonar.. Había demasiado dolor dentro, demasiada frustración... Es comprensible... Si te mantan a un..., es comprensible el bloqueo, la rabia, la ira, los deseos de venganza... ¡Ojalá pueda/podamos cada uno encauzarlos e integrarlos!. ¡Ojalá sienta que perdonar alivia, aligera, pero sin prisas!. Me he dado cuenta de que no se puede acelerar el perdón, que es fruto de un trabajo que comienza en la ira o la tristeza, pasa por el absurdo y el sinsentido, desembocando en la aceptación. Al final del tunel está el perdón.

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  5. Lo difícil es restablecer el equilibrio personal o social ante un hecho reprobable moral o legalmente.El perdón tiene sentido en cuanto presupone la afirmación de una violación de un derecho y el previo reconociminto de la transgresión legal.

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