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lunes, 4 de marzo de 2013

ENTREVISTA A JUAN DANIEL RODRÍGUEZ (I)





TRES DIAS DE ENTREVISTA EN EXCLUSIVA PARA ESTE BLOG CON JUAN DANIEL RODRÍGUEZ: Periodista, orientador laboral y, últimamente, desempleado. Un enamorado de los suyos, de su pueblo y de la vida.

Primer día: “Yo de mayor quisiera ser como mi padre”.

1º.- ¿Te importa compartir tres o cuatro datos autobiográficos que para ti sean más relevantes?

Me nacieron en diciembre de 1966, cuando me tenían acabado el abrigo que diría Gila, en un escaño de esos de antes en casa, en Villeza, un pueblo pequeñín cerca de Sahagún. Soy el menor de cuatro hermanos de una familia de labradores, tres chicos y una chica. Estudié hasta 5º de EGB en la escuela de Villeza, y el resto del colegio lo hice en Sahagún, al igual que BUP y COU en el instituto, haciendo un par de horas de autocar cada día en ir y venir. Luego hice la carrera de periodismo en la Complutense de Madrid y desde 1990 vivo en León. Bueno desde hace doce años vivo en La Virgen del Camino, pero visito con mucha frecuencia Villeza y Campo de Villavidel, el pueblo de mi mujer, Cristina, donde arreglamos la casa familiar. Tengo dos hijos, Samuel y Darío, de 13 y 11 años. Por cierto, el banco donde nací está en el merendero junto a la bodega de Villeza y me gusta sentarme en él cuando estoy allí. Le guardo mucho cariño. Fui el último chaval que nací en el pueblo, a partir de mí fueron todos a nacer al hospital de León.
2º.- Mirando un poco más hacia el interior: ¿Quién es Juan Daniel?

Me considero un tipo normal, con un gran amor hacia mi familia que es muy extensa, sobre todo por la parte política, y con un gran arraigo hacia las raíces, con mis antepasados, con mi pueblo del alma o mi alma de pueblo que es lo mismo. Lo de ser periodista es circunstancial, pero no me quejo, he aprendido mucho durante más de 20 años de profesión. Simplemente me gusta escribir. Si miro hacia mi interior veo a una persona sensible, pendiente de los demás y confieso que me muevo entre la melancolía y la nostalgia. Soy fetichista, conservo papeles y objetos viejos de recuerdo pero totalmente inútiles. A la gente también le sorprende que me gusten canciones de Los Pecos y de Perales, entre otra mucha música claro.

3º.- Tu primer libro publicado – Sucedió en Villeza – está dedicado “a mi madre Felisa y a mi Tío Pepe, la luna y la estrella que me guían”. ¿Qué significa Felisa en tu vida? ¿Qué tienes de ella? ¿Sus mensajes preferidos?

Una madre es una madre, alguien insustituible, la persona que te dio la vida, que más me amó, que me alimentó, me vistió, más me enseñó… Pero si además tienes la suerte de dar con una mujer tan vitalista, activa y sabia, pues como para no estar orgulloso de Felisa. Murió en 2007 con 77 años después de sufrir un cáncer de pecho. Durante toda su vida fue de servicio a los demás. Empezó cuidando a sus abuelos, luego a sus padres, a sus suegros y durante toda su vida a su hermano Pepe, mi tío, que era disminuido pero tremendamente cariñoso con todo el mundo y también muy sabio. Yo aprendí mucho de Pepe. Ese sí que tenía frases y dichos gloriosos. Y Felisa sacaba tiempo para las tareas de casa, la era, el campo, la huerta, los animales… Cuando nos sentábamos a comer ella seguía haciendo cosas. De nada servía echarle la bronca. “No he tenido tiempo ni de ir al baño”, decía. Alguna vez llegaba a casa de fiesta y me la encontraba tendiendo la ropa a las 3 ó 4 de la mañana. No sé cómo resistía, apenas dormía. Bueno, a veces la encontrábamos dormitando sentada mientras hacía que cosía. Era profundamente religiosa, por eso no se perdía misas o rosarios. Visitaba a los enfermos. También tenía una clara tendencia política, pero no la política esta de corruptos que tenemos arriba, sino la de servicio a la comunidad y fue una legislatura teniente de alcalde del Ayuntamiento de Vallecillo en una candidatura que eran todo mujeres. Y sin embargo tenía todavía tiempo para leer y escribir, porque era una persona muy culta y le gustaba estar informada, siempre con sus diez transistores en los bolsillos, la habitación, la cocina… Y quizá eso es parte lo que tengo de ella, esa curiosidad innata de conocer, de aprender de los demás, la capacidad de trabajo, el gusto por la escritura, la sensibilidad hacia todo lo humano. Creo que soy bastante luchador y Felisa fue una gran luchadora toda su vida. Tenía muchas frases, pero ahora recuerdo una que resume mucho su personalidad. Antes de morir mi hermano Raúl le gravó una entrevista y la preguntó que a quién ofrecía el sufrimiento que estaba pasando y ella muy lúcida dijo que se lo ofrecía por la paz del mundo.
4º.- Tu segundo libro – Villezayer – va por “Cristina, mi mujer, y por mis hijos Samuel y Darío, tres seres imprescindibles”. ¿Qué te evocan esos nombres? ¿Qué ha supuesto para ti el ser padre?

Decir que Cristina es la mujer de mi vida no puede extrañar a nadie porque cuando nos conocimos yo tenía 16 y ella 18 años. Empezamos a salir medio año después de que nos presentaran en La Estrella, la discoteca de Mansilla que tantas parejas formó a lo largo de muchos años. Eso quiere decir que llevamos 30 años unidos. Hemos disfrutado mucho juntos, viajado bastante por medio mundo y también hemos sufrido juntos la pérdida de sus padres ella y de mi madre yo. Es maestra y psicóloga y lo pone en práctica cada día con los de casa primero. Mucha parte de mí es de ella. Yo confieso que sentí muy pronto el sentimiento de paternidad y si por mí hubiera sido hubiéramos tenido hijos mucho antes. Pero faltaba estabilidad laboral y económica. Y cuando nos lanzamos llegó Samuel en el 99 y fue una gozada. En mi familia era el sexto nieto, pero en la de Cristina era el tercer bebé que nacía de los seis hermanos que son, pero el segundo hacía 20 años que había llegado. Por eso estuvo muy mimado y atendido. Samuel era simpático, alegre y muy movido y sin embargo ahora  se ha convertido en un chaval responsable y cumplidor. Estoy tremendamente orgulloso de él. Y casi dos años después, en 2001, llegó Darío, y claro los segundos pasan más desapercibidos, tienen menos atenciones, menos fotos… El pequeño vimos pronto que tenía habilidades físicas para practicar deportes y es el futbolista de la familia que milita en el equipo de La Virgen. También les hemos metido la música en el cuerpo y la verdad es que Samuel es todo un violoncellista y Darío le aporrea bien a la batería. Ser padre es algo maravilloso y yo digo que es lo más natural, es nuestra misión más importante en la vida, hacer que la especie humana perviva y a poder ser que mejore, aunque esto no sé yo. Podría parecer que voy deprisa, pero ya me hace ilusión pensar que algún día pueden hacerme abuelo. Yo conocí a los cuatro abuelos y confieso que de todos ellos tengo algo porque me dio tiempo a aprender de los cuatro cosas buenas.

5º.- A tu padre, Teyo, dedicas tu tercer libro – Villeza la tribu- del que dices que es el “sol que alumbra y el espejo en el que me miro”. Confiesas de él que en una ocasión te dio una paliza memorable, en otra una paliza de mediana intensidad o que te reñía siempre… ¿Qué significa tu padre y qué rasguños internos te ha quedado de aquellos pescozones?

No se me olvidan y eso fueron unas hostias como panes. Además tiene unas manos como raquetas. Sí recuerdo haber llegado a odiar a mi padre en aquellos momentos puntuales o cuando me obligaba a ir a las tierras, a las viñas a trabajar o a cuidar las vacas cuando ya había quedado con la pandilla para jugar al fútbol en la era o a tiros por el pueblo. Como mis dos hermanos se fueron a estudiar a los frailes me tocaron a mí los trabajos cotidianos del campo y eso supuso muchas horas de charlas con mi padre mientras podábamos los majuelos, segábamos, trillábamos, molíamos o sacábamos el abono de las vacas. Y muchas horas dando patadas al campo mientras cazábamos juntos, una afición que él me metió en vena y me enseñó, aunque fuera con mi abuelo Juan con quien empecé a salir de caza. Eso une mucho. Desde luego que no le guardo rencor por aquellos pescozones. Eran otros tiempos, otra educación. Sólo quería ‘enderezarme’. Yo no suelo poner la mano a mis hijos cuando me enfado con ellos o me sacan de quicio, que también de eso hay. Mi padre tiene 80 años y bastantes achaques porque ha trabajado como un burro para sacar a su familia adelante. Disfruto mucho con él cuando le visito o le llevo a Villeza a atender los perros, la huerta o los pollos y tomamos un vinín en la bodega. Encierra a todos mis antepasados juntos. Concentra también todos los valores que me gustan como el amor a la familia, al pueblo, a la tierra. Sé que él también está orgulloso de mí, de mi vida de periodista y del rumbo de mi vida en general. Él también tuvo vocación de servicio porque fue 8 años alcalde del Ayuntamiento y 12 pedáneo. Qué voy a decir de un padre que me casó por lo civil cuando era alcalde en la escuela de mi pueblo. Yo de mayor quisiera ser como mi padre.

6º.- “A mis hermanos Teyín, Elena y Raúl, auténticos consejeros de la vida”, recuerdas en tu última obra dedicada a los pastores. ¿Qué te aporta cada uno de ellos? ¿Qué ves en ellos?

Mi hermano Teyo, Teyín, me lleva 11 años y cuando nací se fue a estudiar a los frailes a Almagro. Luego empezó a trabajar y se casó en Cáceres y para mí era un perfecto desconocido hasta hace algo más de 20 años que nos encontramos, que coincidimos en Madrid cuando yo estaba acabando de estudiar la carrera y nos dimos cuenta la cantidad de cosas que nos unían, además de nuestros padres, como es el amor por Villeza, por sus gentes, sus bodegas, sus costumbres, su forma de hablar… Creo que yo le he ayudado a ver Villeza con otros ojos y él por su parte me ha transmitido otros valores como la vida sana, la montaña o el deporte. Poco más puedo decir de una persona que colecciona piedras y que cuando se siente mal abraza a las encinas o si le duele el codo o la rodilla se cura dándose calor con su propia mano. Es un poco chamán. Con Raúl he coincidido más porque estuve viviendo con él los cinco años de carrera en Madrid y porque he llegado casi a idealizarlo, pues era la parte artística, el llamado a ser famoso. En los años 80 se dedicaba a hacer video-arte, vídeo instalaciones, cine, teatro… Participé con él en muchas movidas en Madrid, vi mucho cine de autor en esa época y aprendí cantidad de cosas de imagen en montajes y de fotografía, de ahí mi gran afición a las fotos. Nos hemos llevado siempre muy bien, hemos compartido confidencias como más que hermanos y hasta se casó y tuvo dos hijos con Pilar que era mi amiga y compañera de facultad. Desde que se dedica exclusivamente a la escritura he tutelado y revisado sus libros, permitiéndome hacerle hasta alguna corrección que para eso me dedico a esto de juntar letras. Más que escritor yo le considero un filósofo de la vida, es tremendamente profundo, a veces se me escapan sus reflexiones espirituales, pero tiene como mi madre una gran inquietud creadora y vocación de ayuda a los demás. Sus palabras y reflexiones son verdaderas sanadoras del espíritu. Es muy franco con sus libros, escribe de lo que ha vivido: de la muerte de mi madre, de las separaciones de pareja y educación de los hijos, de las experiencias religiosas… Doy fe que en estos tiempos que vivimos los libros de Raúl están haciendo mucho bien a mucha gente. Escribe verdad. Raúl es de esos hermanos que merece la pena tener. Y Elena me lleva tres años pero conviví muchos con ella en el pueblo. Jugamos juntos, trabajamos juntos, estudiamos juntos y estuvimos muy pendientes uno del otro. Nos contamos nuestros primeros amores platónicos y cuando ella se fue a estudiar a Cáceres mantuvimos una correspondencia muy fructífera y enriquecedora. Cuando ella formó su propia familia con Javier (otro gran tipo que apareció en escena) y tuvo a sus dos hijas, María y Lucía, es cuando yo emprendí mi camino con Cristina y nuestras vidas han transcurrido cercanas y en paralelo. Elena es otra calcamonía de Felisa, hasta en la cara. Volcada con su familia. Dejó el trabajo para dedicarla a sus hijas y luego no ha parado de cuidar a los mayores enfermos: madre, suegra, padre… Médicos, compras, comidas, casa… casi sin vida propia porque eso la absorbe… Tiene un corazón como una casa. Yo digo que es un ángel viviente, siempre pendiente de todos. Menuda hermana que me tocó, una suerte, una lotería vaya.

Tenemos 6 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Gracias por esta entrevista y por tantas confesiones salidas del alma. Desnudarse así es de valientes.

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  2. Yolanda Fernández4 de marzo de 2013, 17:16

    Me encanta la entrevista y tu faceta de entrevistador, Valentín. Estoy cansada de ver como entrevistan a grandes famosos o famosillos que muchos de ellos solo aportan palabras huecas. Valoro mucho las entrañables vivencias de Juan Daniel Rodríguez. Da gusto leer sus relatos. Juan Daniel, sigue escribiendo porque puedes aportar mucho.Has recibido una bonita herencia con las enseñanzas y vivencias que has tenido en tu vida. Tus nostálgias se han convertido en un regalo que nos has entregado a través de Valentín. ¡Felicidades a los dos! Enhorabuena Valentín por esta aportación. Yolanda Fernández.

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  3. Como me gusta la entrevista y mas cuando conoces a los dos, tus vivencias son autenticas,un beso muy fuerte para los dos de MARIMAR

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  4. No conozco a Juan Daniel, pero le deseo que siempre reciba el cariño de su familia de origen, y la que él ha formado.
    A Pepi, le ha dado envidia sana.

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  5. Te has pasado con lo del "Angel viviente"
    Procuro aprender de la vida, y ¡qué suerte!, la vida me ha dado la mejor fuente donde porder beber
    Esta entrevista promete.
    Elena.

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