El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
lunes, 10 de febrero de 2014

CONVERSACIONES CON MI MENTE

CUATRO ESTACIONES ME DISTE
                        Como primavera exuberante llegaste. Como primavera hermosa y floreciente que colmó mi jardín de olorosas y embriagadoras flores. Trajiste la brisa fresca de la mañana, la dulzura de la tarde y la tibieza de una noche despejada y engalanada de estrellas.
                        Te volviste verano tórrido y vital; verano de madurez, de plenitud y de belleza. Fuiste un verano de gozo, de descanso, de sueños, de fuerzas recogidas para el futuro otoño.
                        Pero fuiste un verano corto y ante mi asombro, surgiste de pronto como un otoño pálido en el que las hojas de tus frondosos árboles comenzaron a caer para pudrirse rápidamente en el suelo. Incrédula vi oscurecerse tu cielo, mientras la sombra del invierno se dibujaba en tus ojos tristes. Rogué al dios del tiempo para que detuviera en ti su paso, pero seguiste siendo otoño breve, vuelto invierno gélido en un suspiro imperceptible, del que no fui consciente hasta lo inevitable.
                        Y a mi alrededor todo se volvió frío. Se congeló tu alma, se paralizaron tus latidos y sin yo poder hacer o decir nada, toda la belleza de la primavera y la grandiosidad del verano se esfumó ante mis ojos, como el agua se escapa entre los dedos.
                        Viví contigo cuatro estaciones fugaces. Ayer fue primavera lozana y hoy me veo en medio del blanco páramo invernal. Fugaz fue tu tiempo: primavera exuberante y sin medida, verano dichoso, otoño putrefacto e invierno muerto.
                        Abandonada en la inmensidad del frío que me dejaste, sólo puedo llorar como si el mismo océano surtiera mis ojos. Lloró por la fugacidad de tu tiempo, lloro por la crueldad de tu alma, que ennegreció la mía. Lloro porque hoy sólo me toca llanto, acallar mi angustia, gritar mi confianza frustrada,  acabar con mis lágrimas… Lloro porque cuando deje de hacerlo, cuando se vacíe este océano de angustia, podré levantarme de nuevo, sonreír a la vida y decirle con amor que estoy lista, que ya puedo crearme un nuevo año con cuatro estaciones auténticas, prósperas y sanas, que llenen de nuevo mi corazón de vida y alegría.

Mª José Calvo Brasa

Tenemos 3 comentarios , introduce el tuyo:

  1. ese malestar también pasa..

    ResponderEliminar
  2. Que cuando caigamos siempre tengamos fuerza para volver a empezar. Pepi

    ResponderEliminar
  3. Siempre me llama la atención la hermosura que nace del desamor y del sufrimiento, bravo M. José acompaño esas lagrimas porque nos obsequias con escritos mágicos.
    Elena.

    ResponderEliminar