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pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 20 de mayo de 2013

EL RINCON DEL PSIQUIATRA



La parábola del malabarista
Hace unos días he releído el libro “El monje que vendió su Ferrari” de Robin S. Sharma, y como siempre ha sido una fuente de buenos pensamientos. Hoy quiero fijarme en uno de ellos: el autor compara a la vida con un malabarista que juega con cinco bolas, que lanza al aire y desea que estén en constante equilibrio. Su éxito dependerá de que ninguna bola se caiga al suelo.

Mi reflexión personal es que el malabarista y sus bolas es un buen reflejo de lo que nos pasa a cada uno de nosotros: el intento constante de mantener el equilibrio entre el mundo interior (el malabarista) y el mundo exterior (las bolas). Si el malabarista no está bien entrenado, el juego puede fracasar; de la misma manera si cada uno de nosotros no posee una autoestima adecuada, una capacidad para asumir los fracasos (como nos dice en otra parte del libro “los fracasos no son fracasos sino lecciones” para seguir viviendo) y al mismo tiempo una constancia en la preparación, el malestar está servido. Las cinco bolas con las que el malabarista juega representan los pilares de nuestra existencia: la familia, el trabajo, los amigos, la salud y el poseer. Cuando algunas de estas “bolas” se caen, se puede, con esfuerzo reiniciar el juego, la vida, pero cuando se derrumba el mundo interior, el malabarista, el juego ha terminado.

La felicidad es sinónimo de equilibrio consigo mismo y con el entorno. La felicidad se construye en el intento de armonizar las necesidades del propio yo con el universo. La felicidad, como el malabarista, es un esfuerzo constante por mantener el “equilibrio” entre las exigencias propias y externas. El día que consigamos armonía entre nuestro mundo externo y nuestro mundo interno, ese día habremos puesto los cimientos para nuestra felicidad.

Moraleja: Es importante tener una buena familia, un buen trabajo, unos buenos amigos, una buena salud y un mínimo de bienestar económico, pero mucho más importante es saber construir un “yo” fuerte que, como diría el poeta, sepa “convertir el muro de la adversidad en un peldaño” (Rilke).


Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra

Tenemos 4 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Me parece muy sugerente esta frase: "“los fracasos no son fracasos sino lecciones”

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  2. Me quedo con "yo" FUERTE, lo demás puede ser que venga por añadidura.
    Malu

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  3. Esta muy bien "La parábola del malabarista". Pepi se queda con estas dos frases: que los fracasos son lecciones, hay que construir un "yo" fuerte para convertir el muro de la adversidad en un peldaño.....................

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  4. Pues sí señor psiquiatra, la fuerza del yo, el convencimiento de la autoestina y la fortalez personal hacen que la persona sea capaz de manejar su propia vida, ella es la que sabe tirar y manejar las bolas -lo externo- siempre que sea capaz de drase cuenta que es ella quien gobierna. ERASMO

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