El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
domingo, 12 de enero de 2014

LA ESCRIBANA DEL REINO

Escapando. Fotografía Jesús Aguado

-      Cuando el inicio es el final

         En las primeras horas del 2014, cuando todo son felicitaciones de año nuevo y buenos propósitos, cuando los más trasnochadores regresaban a casa, la muerte vino a buscar a mi hermano. Lo hizo mientras dormía, plácidamente, sin aviso ni aspavientos, sin dolor.

         Hacen falta ilusión y fuerzas para iniciar nuevos proyectos, en este caso un nuevo año, y él no tenía ni la una ni las otras. Hacía tiempo que vivía sin ilusión, a salto de mata, sin alegría, buscando sus fuerzas en la ironía y en el humor ácido que tan bien controlaba.

         Su brillante trayectoria profesional y su buen hacer en el trabajo ha quedado patente estos días de duelo, con las muestras de cariño que tanto compañeros como alumnos le han brindado y nos han hecho llegar. Sin embargo, su vida personal se había ido convirtiendo en una espiral de aislamiento sin retorno, sin anclajes ni ataduras emocionales.

         Sus amigos más íntimos y su familiares directos conocíamos el desapego y las barreras de incomunicación que creaba a su alrededor, supongo yo que en un intento de protegerse para no sufrir las decepciones de la vida cotidiana. Me consta que somos muchos los que le queríamos, pero nunca quiso nuestra ayuda ni nuestro cariño, probablemente porque él no se quería a sí mismo.

         No puedo afirmar que haya algo después de la muerte. Quiero creer que sí, aunque sea sólo un autoconsuelo. Lo que está claro es que si no hay nada tampoco habrá sufrimiento ni dolor, de tal forma que esté donde esté tendrá la paz que le faltó mientras vivía entre nosotros.

         Como escribió Juan Ramón Jiménez (“Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando”) la vida seguirá sin él, por supuesto, pero será distinta.


                                                                          M.E.Valbuena

Tenemos 14 comentarios , introduce el tuyo:

  1. María Elena, lo siento mucho. Con todo mi cariño y apoyo. Tiquio.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por esta valiente entrada de hoy, M. Elena. "Esté donde esté tendrá la paz que le faltó mientras vivía entre nosotros".
    Un abrazo grande

    ResponderEliminar
  3. Me maravilla, me deja muda y pensativa, gracias por este regalo, un fuerte abrazo,
    Elena.

    ResponderEliminar
  4. ¿Hay algo después de la muerte? Sí. Cuando no hay nada es ahora pues aquí todo es apariencia.

    ResponderEliminar
  5. Me has emocionado con tu brillante exposición, y te felicito por el respeto que tuviste hacía él aceptando su forma de proceder, aunque no la compartías, porque veías que estaba "arruinando su vida".
    Te envía Pepi un abrazo muy especial.

    ResponderEliminar
  6. Un abrazo muy especial María Elena con cariño y apoyo.. Marcelo

    ResponderEliminar
  7. Me emociona y me admira tu serenidad ... gracias por compartirlo... un fuerte abrazo..Emma

    ResponderEliminar
  8. Me has emocionado profundamente. No dejo de llorar mientras leo el artículo. Lo siento mucho.

    ResponderEliminar
  9. Descanse en paz. Un abrazo en esa misma paz.

    ResponderEliminar
  10. Gracias Mª Elena, eres muy valiente. Un abrazo, te acompañamos.
    Piedad

    ResponderEliminar
  11. Qué lección más maravillosa nos das con tu serenidad y dando nombre propio a lo que tu queridísimo hermano tanto rechazaba.
    Hoy tendrá una gran PAZ. Hoy VIVIRÁ más feliz. Eso es lo que pedimos para él. Que en paz descanse.

    ResponderEliminar
  12. Entiendo tu dolor y me admira como te enfrentas a él. Eso demuestra el gran trabajo personal que hay detrás.

    ResponderEliminar
  13. Este comentario, Mª Elena, es la muestra de lo que es, de lo que sois, en el Teléfono de la Esperanza. Confesiones crudas, vida total en estado puro... incluso en los momentos más duros... lucha continua por seguir viviendo... en felicidad. Vosotros lo sabéis perfectamente... aunque os vea, a ti y a Valentín, todavía un poco tocados y descolocados. La vida no continuará siendo igual... pero os servirá para crecer y para hacernos crecer con vuestras experiencias. Recibid todo el ánimo del mundo. ¡Un fuerte abrazo! Tú, Mª Elena, fuiste la primera persona que conocí en el teléfono... y me llamó mucho la atención tu sonrisa, una sonrisa que venía de muy adentro, amplia y acogedora. Esa alegría os dará fuerzas para crecer...

    Paco

    ResponderEliminar