El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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viernes, 31 de mayo de 2019

Autoestima

Julia P.

Hoy quiero compartir mi experiencia como participante en uno de los Talleres de Autoestima del Teléfono de la Esperanza. Me siento muy afortunada, y creo hablar en nombre de mis compañeras y compañeros también, por haber podido disfrutar de semejante oportunidad y, sobre todo, de haberlo hecho con el grupo con el que he tenido la suerte de coincidir.
Nuestros días de reunión durante diez semanas han sido los lunes. El primer día es, en todos los cursos y talleres del Teléfono de la Esperanza, el de presentación: del funcionamiento de la asociación, del del taller, etc. Ese día todas estábamos nerviosas, a la expectativa por saber qué y con quién nos encontraríamos, pensando que sería gente con la que compartiríamos lo más íntimo de nuestro ser; con muchas ganas de empezar, también; y, por parte de algunos (entre los que me incluyo), hasta con un poco de desconfianza: ¿Se nos arreglarían los problemas? ¿Se nos pasaría ese malestar vital que a veces nos sobrevuela? ¿Conseguiríamos confiar más en nosotras mismas? ¿Funcionaría, en definitiva, el curso? Y con las compañeras y compañeros, ¿nos sentiríamos bien, acogidas, respetadas? ¿Nos entenderíamos?
Poco a poco, lunes a lunes, todas estas dudas se fueron disipando. Desde el principio el Taller ha sido un espacio de acogida, amor, respeto y compañía; pero a medida que pasaban las sesiones, los lunes dejaron de ser el inicio de semana cuesta arriba para convertirse en una puerta llena de posibilidades que nos moríamos de curiosidad por abrir. Los lunes devinieron un día especial, de encuentro y escucha de las demás, pero sobre todo de una misma. Un día de descubrimiento, de apertura personal para ir hacia delante y poder crecer. Un día dedicado a conocernos mejor, a homenajearnos.
Creo que algunas de las preguntas que nos hacíamos el primer día no eran las más adecuadas. El curso no puede ser, ni lo pretende, una fórmula para la felicidad instantánea y perpetua, un remedio para nuestros problemas. Pero sin duda alguna, a mí este taller sí me ha servido. Me ha dado herramientas que ya a día de hoy puedo aplicar para afrontar dificultades o situaciones complicadas que se me presentan. Creo conocerme un poquito mejor y, sobre todo, estar preparada para ir aceptando todo aquello que descubro de mí misma. Me escucho, más a menudo, hablándome de forma comprensiva, cariñosa, dándome ánimos en vez de regañándome; tal y como haría con una amiga. Siento renovada mi curiosidad por este mundo maravilloso que nos rodea, aún y el estrés y las obligaciones.
En definitiva, para mí el Taller de Autoestima ha sido una vivencia muy especial, y es sinónimo de amor, confianza y personas valientes.
Gracias de corazón, Maite, por darnos esta oportunidad y gran experiencia.
Gracias compañeras y compañeros por vuestra compañía en este viaje, vuestros ejemplos de valentía y fortaleza, y vuestro calor.

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