El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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jueves, 23 de mayo de 2019

Claves para aprender a disfrutar

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


La vida intrauterina  es el paradigma de la situación placentera por antonomasia: no existen necesidades, ni dolor, ni normas. Es un paraíso  donde no aparece el frío, ni el calor, ni el hambre, ni el miedo por el futuro. Todo es placer. Pero es un Edén que finaliza con el nacimiento. Es más: es necesario que termine, pues de lo contrario se produciría el caos y la muerte. Es como si la misma naturaleza pusiera cota  y límites al propio placer biológico. El mensaje es: la satisfacción no es total ni eterna.
Los primeros meses de vida del niño son como un remedo por conseguir ese estado placentero que se ha perdido con el nacimiento: el bebé quiere satisfacer sus necesidades (de calor, alimento, caricias, etc.) en el momento  mismo que se producen, de lo contrario se manifiesta su malestar a través del llanto. Un salto cualitativo en el desarrollo del niño se produce cuando este toma conciencia de que  sus deseos y fantasías no pueden ser saciados en el instante que se producen. Saber esperar y admitir las limitaciones del otro, son  características de la persona adulta.
Así, podemos afirmar que la persona madura es aquella que sabe conjugar el principio del placer (el deseo) con el principio de realidad (las limitaciones y posibilidades propias y del entorno). Un buen crecimiento psicológico se produce cuando somos capaces de armonizar las exigencias del principio de placer con las  limitaciones del principio de realidad. No podemos siempre disfrutar de lo que queremos  y en el mismo instante que lo deseamos. Es una de las condiciones inherentes a nuestra propia condición de seres finitos. Somos limitados incluso en la misma  forma de disfrutar: gota a gota y con el temor de que "esa" sea la última.           
El placer-displacer es el movimiento por el que discurre toda la vida humana. Es mas, en muchas ocasiones, el gran objetivo de la persona no es gozar, sino no sufrir. Es decir, siempre pretendemos que la angustia y el sufrimiento estén bajo mínimos, pues ya sabemos que el goce completo es imposible de conseguir... al menos  en esta vida.
Claves
La salud mental, y el auténtico placer se consigue, según indica el psicoanálisis cuando se armonizan las tres fuentes de energía: el ello, el yo y el superyo. Es una forma de que "jinete y caballo" (en el símil freudiano) cabalguen sin que se produzca una caída o vaya demasiado despacio.
¿Cómo conseguir esto? Los primeros años de la vida del niño son fundamentales. A través de las `figuras importantes de esos años (padres y profesores) podemos ir construyendo los cimientos para que después el adulto sepa disfrutar, de forma adecuada, de toda su capacidad de  gozar. He aquí algunas pistas para lograrlo:
  • En los primeros años de la vida debemos favorecer el desarrollo del ello, evitando su represión y permitiendo la verbalización de todos los sentimientos. Es un error educar en un ambiente en que solamente se puede decir "lo bueno”: "me siento bien", "te quiero mucho", "eres muy agradable" ... Por el contrario, se castiga y se  reprocha todo lo que huela a odio, rencor, envidia, agresividad. "Esas cosas no se pueden decir", solemos repetir. Es cierto que no puede haber una libertad de acción (hacer lo que uno quiera y cuando quiera), pero sí una libertad de sentir y de expresar, a través de la palabra. Lo negativo no es sentir... rabia, por ejemplo; lo negativo es no saber canalizar ese sentimiento  hacia conductas y acciones que favorezcan el crecimiento psicológico del individuo.
  • Gozar no es negativo, siempre y cuando no interfiera los derechos de los demás. Al igual que el bebé desea neutralizar el incremento de displacer (sed, sueño, hambre, etc.), también el adulto es muy sensible a la angustia, desvalorización de los demás, etc. En este segundo supuesto la satisfacción no siempre puede ser inmediata (como en el bebé), pero si procurar compensar, de alguna manera,  esa carencia y siempre respetando el derecho del otro.
  • La necesidad de sublimación. En muchas ocasiones debemos aprender a canalizar (no reprimir)  los “sentimientos negativos “(agresividad, odio, etc.) a través de acciones que favorezcan el desarrollo del individuo: el deporte, la cultura, los hobby, etc. son algunas de la posibles vías.
Final
Siempre puede surgir una pregunta: ¿cómo distinguiremos que es lo bueno en el placer, de lo que no es bueno? He aquí como contesta Gibran Jalil Gibran, en El Profeta: “Id  a vuestros campos, y a vuestros jardines y aprenderéis, que para la abeja, el placer consiste en libar miel de la flor, mas es también un placer para la flor entregar su néctar a la abeja. Pues para la abeja, una flor es fuente de vida y para la flor, una abeja es un mensajero de amor, y para ambas, abeja y flor, el dar y recibir placer constituye una necesidad y un éxtasis”.
Mi deseo, queridos lectores, es que en vuestras vidas seáis como las flores y las abejas: capaces para dar y recibir placer. Esa es la clave que favorece el crecimiento psicológico  de la persona.

Tenemos 1 comentario , introduce el tuyo:

  1. "Mi deseo, queridos lectores, es que en vuestras vidas seáis como las flores y las abejas: capaces para dar y recibir placer. Esa es la clave que favorece el crecimiento psicológico de la persona".
    Muchas gracias Alejandro. Te deseo que en tú vida también esté siendo así.Pwpi

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