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pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 20 de mayo de 2019

Hispanoamérica

El talón de Aquiles
Tomás


Periódicamente sale a relucir la leyenda negra de España en lo relativo a la conquista de América. Se habla de las tropelías y abusos que los españoles infligieron  a los nativos. No se habla, sin embargo, de que en el siglo XIX, es decir, antes de ayer, las potencias europeas se repartieron África para esquilmar sus recursos y esclavizar a su población. Trescientos años antes de eso “la opresora” España ya había fundado las universidades de Santo Tomás de Aquino en República Dominicana en 1538, la Mayor de San Marcos en Perú en 1551 a las que le siguieron las de Méjico, Argentina, Bolivia, Ecuador…
Ya durante los primeros años de la conquista, los Reyes Católicos habían promulgado una serie de normas para proteger a los indígenas. La reina Isabel dejó escrito en su testamento: “Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien”. Estas normas se completarían durante los reinados de Carlos I y de Felipe II dando lugar a las Leyes de Indias que regularon la vida en aquellas colonias y fueron el germen de lo que hoy conocemos como Derechos Humanos.
Los conquistadores españoles prohibieron los sacrificios humanos y el canibalismo por ser contrarios a la fe católica. No solo se extrajeron riquezas del Nuevo Mundo, que también, sino que además buscaban evangelizar esas tierras y construir infraestructuras. La Iglesia tuvo allí un importante papel en impedir los abusos sobre los indios.
En cada viaje que se realizaba a las colonias iban oidores (auditores) que se encargaban de revisar el cumplimiento de las leyes, y como consecuencia de ello muchos españoles fueron devueltos a España cargados de cadenas.
A diferencia de lo que hicieron en siglos posteriores otras potencias europeas en África, en la India, en Norteamérica… España sí se mezcló con la población autóctona de las tierras conquistadas y los descendientes fueron considerados súbditos de pleno derecho.

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