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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Desempleo: efectos emocionales y psicológicos

El psicólogo al habla
Miguel Ángel Cueto y Ana Cimadevilla Osorio
Psicólogos
Conseguir un trabajo es una expectativa social y cultural que se adquiere desde la infancia y se ve reforzada a través de las influencias ejercidas por la escuela, la familia y los medios de comunicación (Buendía, 1990). Por lo tanto, atribuimos al empleo un valor social que nos proporciona un estatus e identidad y nos vincula con metas y proyectos que muchas veces son compartidos con otros.
Actualmente, la economía mundial se ve afectada por una fuerte crisis económico-financiera que se ve reflejada en el ámbito laboral. Por este motivo, la inseguridad de nuestro puesto de trabajo es uno de los principales motivos de preocupación y constituye un problema social más que individual.

¿Qué sucede cuando nos encontramos en una situación de desempleo?
Es natural que cada persona vivamos este obstáculo de manera diferente dependiendo de factores personales como el sexo, la edad, la duración de la situación, los rasgos de personalidad, los apoyos sociales que poseemos, así como nuestros recursos económicos. A pesar de los impedimentos económicos que arrastra un despido, existen ciertos factores emocionales y psicológicos que van a afectarnos durante esta transición. Nuestra primera reacción va a ser un estado de shock y confusión combinado con sentimientos de ira o enfado. Tras esta primera impresión, aparecerá una sensación de estado vacacional en la que no seremos todavía conscientes de la pérdida y lo que ésta conlleva. Posteriormente, podemos sufrir un sentimiento de fracaso o degradación social, sintiendo incluso vergüenza por lo que pensarán los demás. Debido a que mediante nuestra ocupación profesional nos incluirnos dentro la sociedad, podemos percibir la pérdida de la misma como una marginación o discriminación. Esta sensación se conoce como síndrome de la invisibilidad. Sentimos que “no nos ven”, ya que, a pesar de la crisis, sólo cuenta la productividad, el parecer o el tener, lo cual nos genera una fuerte impotencia e indefensión.
El romper con la rutina laboral va a reducir nuestros contactos sociales por la pérdida de experiencias compartidas y a deteriorar en algunos casos las relaciones familiares, aumentando tensiones y conflictos.
A nivel personal, nos supone una respuesta de ansiedad y angustia en los primeros momentos, que se acompañará posteriormente de un estado de ánimo de desesperanza ante la búsqueda sin resultado de nuevas oportunidades laborales. Además, nuestra estructuración del tiempo se verá afectada por la nueva situación. Se rompe nuestra estabilidad y abandonamos la rutina, cayendo en una sensación de inevitable estancamiento.
Nuestra autonomía se verá repercutida durante este período afectando directamente, junto con todos los factores anteriores, a nuestra autoestima y seguridad en nosotros mismos. A menudo, nos encontraremos respondiendo apáticamente y nuestros pensamientos girarán en un torbellino pesimista, acabando incluso por culparnos sobre el hecho de haber perdido el trabajo.

Tenemos 6 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Me identifico con esta reflexión: "Debido a que mediante nuestra ocupación profesional nos incluirnos dentro la sociedad, podemos percibir la pérdida de la misma como una marginación o discriminación. Esta sensación se conoce como síndrome de la invisibilidad. Sentimos que “no nos ven”, ya que, a pesar de la crisis, sólo cuenta la productividad, el parecer o el tener, lo cual nos genera una fuerte impotencia e indefensión".

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    1. Esa invisibilidad que comentas es dura. Animo a las personas a superarla con apoyo familiar y no rendirse como comentaré en el próximo artículo.

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  2. Es tremendo ver y estar cerca de tantas personas que no encuentran trabajo, el deterioro psicológico genera un sufrimiento increíble. Pedimos a los dirigentes que hagan los medios para que el trabajo sea de verdad una derecho. Y me uno a la escucha de quienes pasan por una situación de falta de trabajo. Otecipe

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    1. Estoy de acuerdo con pedir a los poderes públicos que ayuden al pleno empleo con visiones más abiertas y no tan reduccionista planificando la sociedad hacia este objetivo.

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  3. Ha tenido la dicha Pepi de no vivir esta situación. Me imagino que tiene que ser angustiosa, deprimente, que muchas personas no serán capaces de vivir con esperanza que algún día tendrán su situación económica resuelta cuando tiene una familia que mantener. Aunque cada persona al ser un mundo, lo vivirán de muy diferente manera.

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    1. Existe gran diferencia en la forma de vivirlo. Animamos a las personas a superar ese proceso provisional y estrecho mi mano a quien le cueste afrontar la pérdida de empleo.

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