El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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miércoles, 17 de septiembre de 2014

¡Vamos a cambiar el mundo!

Conversaciones con mi mente
M.ª José Calvo Brasa
Cual Quijote, lanza en ristre, quería cambiar el mundo. La personita abnegada y generosa iba por la vida aborreciendo injusticias y desmanes varios, bramando contra desigualdades y tristezas humanas. Toda causa noble era suya. Con la bandera de la justicia enarbolada, iba nuestra personita a desfacer entuertos, acudiendo en defensa de cuanto menesteroso surgiera por la tierra. ¡Loable empeño!, ¡Encomiable desvelo el suyo, siempre en pro del prójimo y la prójima!
Es posible que el mundo necesite seres tan maravillosos y tiernos que sean capaces de salvarlo, si, pero… ¿Y si el “mundo” de esos seres no es tan lustroso como cabría desear?

Porque resulta que “el mundo” de algunas personitas abnegadas es triste y oscuro, ya que mientras desean el bien universal, reparten semillas de odio y malestar en las parcelas de su vida. No son menesterosos los cercanos, no… A ellos les regalan el insulto fácil, el grito y el desprecio más asombroso. El Mundo tiene, al parecer, su luz generosa mientras que “su mundo” de familiares y amigos, recibe en cambio una rabia ciega y cruel.
Es curioso eso de desear cambiar el “mundo”, mientras el propio mundo se llena de cizaña. Como sepulcros blanqueados, algunas personas reparten un supuesto amor ilimitado sobre los desconocidos, mientras los conocidos reciben dolor y odio. ¿No es más real y más lógico rodear “tu mundo” de belleza, alegría y amor para que esto poco a poco se vaya extendiendo?. Cambiar el mundo no te hace mejor persona ni más altruista, mientras se viva en una mentira. Lo congruente es cambiar el propio yo, el mundo cercano, porque como reza ese famoso cuento oriental: una vez que se arregla el hombre, se arregla el mundo.

Tenemos 3 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Cuántas veces ponemos la mirada en los demás, vemos todos sus defectos y anhelamos todas sus virtudes y nos olvidamos de lo esencial, nos olvidamos de lo único que podemos manejar, que es nuestro propio mundo, nuestras sensaciones y nuestros pensamientos. ¡¡Voy a comenzar por mi!! ¡¡Voy a terminar en mí!! Y ya es mucho. Alguien puede pensar que eso es egoísmo, yo creo que es realidad, la única realidad posible. ¿Quién soy yo para cambiar al otro? Otetipe

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  2. Me quedo con esta reflexión: "Es curioso eso de desear cambiar el “mundo”, mientras el propio mundo se llena de cizaña".
    Ah!, yo también he querido cambiar el mundo...

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  3. Cuánta razón tienes M. José, lo primero que hay que hacer es cambiar nuestro mundo, y dar amor a nuestro entorno y a nosotros mismos, es asi cuando se puede ayudar a los que no conocemos de nada.

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