El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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lunes, 21 de mayo de 2012

LA FELICIDAD




Monumento al donante de sangre. León

En cierta ocasión leí un cuento que puede ilustrar lo que es la felicidad. Decía así: “Érase una vez un príncipe que nunca se sentía feliz. El Rey preguntó a los sabios qué podría devolver la felicidad a su hijo y éstos contestaron: “Alteza sólo se puede hacer una cosa. Busque a un hombre realmente feliz e intercambie con él la camisa de su hijo”.

El rey difundió por todo el mundo el mensaje de que deseaba encontrar a un hombre realmente feliz. Entrevistó a un sacerdote, (que desechó pues quería ser obispo), a un rico mercader que estaba preocupado por sus bienes, a un deportista que estaba muy pendiente de conseguir medallas, a una madre de familia muy angustiada por la crianza de los hijos, pero ninguno era realmente feliz.

Un día estando de caza oyó cantar a un labrador. Siguiendo el sonido de la música llegó, finalmente, a un jardín en el que un hombre joven estaba podando árboles frutales mientras hacía oír su potente voz.

-Buenos días, su Majestad- dijo el hombre joven.

-Buenos días – dijo el rey.

-¿Desearía venirse a vivir conmigo a palacio y ser mi amigo?

-Gracias, Majestad, pero estoy muy a gusto aquí.

-¡Por fin!- pensó el rey-, ¡un hombre realmente feliz! ¡Mi hijo está salvado! Y el rey extendió su mano hacia el hombre joven.

-Le daré cualquier cosa que desee si únicamente me da…- y agarró la chaqueta del joven y la comenzó a desabrochar.

-¿Qué pasa, su Majestad?- preguntó el hombre joven asustado.

-Sólo tú puede salvar a mi hijo- dijo el rey. Pero entonces se paró y miró fijamente: el hombre feliz no llevaba camisa”.


Corolario

La felicidad no se impone ni se puede copiar. Cada uno debe encontrar su propia “camisa” para sentirse bien. No sirve, pues, ni lo que hace el vecino del quinto, ni lo que ha servido para que el padre o la madre sean medianamente felices; cada uno escribe su propia vida y recorre su propio camino. Los demás pueden indicar posibles senderos (qué tipo de trabajo le puede ayudar, qué pareja le conviene o no, qué casa puede comprar, etc.) pero el recorrido lo tiene que hacer él mismo.

A veces, ante las encrucijadas de nuestros hijos (como el rey de nuestro cuento) pensamos la solución y ni siquiera contamos con ellos o bien ideamos una solución mágica (como ponerse una camisa de un hombre feliz) que nos resuelva el problema sentimental, laboral o de cualquier otro tipo, y no nos damos cuenta que la solución está en ellos mismos no en nosotros. Toda persona debe encontrar sus propias puertas de salida, aunque nosotros podemos y debemos indicar (solamente indicar) la solución más satisfactoria. El Rey de nuestro cuento se equivoca pues sin hablar con el hijo da por sentado que la solución que le ofrecen los “grandes sabios” es la correcta.

Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Monumento al donante de sangre. León

Tenemos 6 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Esta bonita reflexión me parece un canto al valor inestimable de cada persona como ser único e irrepetible. Cada uno tenemos que vivir nuestra vida, aunque se nos aconseje seguir un camino, la decisión es siempre personal. Ni más ni menos. Eso nos hace libres para elegir yr esponsables de nuestras elecciones. Julia

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  2. ¡Que gran lección la de Alejandro Rocamora!. La felicidad la tenemos que encontrar cada uno de nosotros, y no hacer responsables, ni juzgar, ni critar a nadie de que no seamos felices por el comportamiento de los demás hacía nosotros.
    A Pepi la estais haciendo unos recordatorios que la están llenando de alegria por el cambio que está experiemntando, pues era de las que pensaba que los demás la tenian que proporcionar la felicidad y desde que la enseñaron y reconocio que la felicidad se la tenia que proporcionar ella misma, su vida está mucho más llena y a la vez la está sirviendo para conocerse más. Pero sigue Pepi, q no te puedes detener, esto es para toda la vida.

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  3. No existe una sola camisa de la felicidad sino cientos, miles, millones... ¡Qué alegría!. Me puedo poner la mía sin mirar haci aotro lado o la que llevan otros.

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  4. Aplausos para las personas que ayudan a orientar por dónde puede estar ese bien preciado.

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  5. Muy bueno Alejandro, todos buscamos esa camisa, sin darnos cuenta que ya llevamos la nuestra...bonita reflexion, un cuento precioso.
    Javier Palencia

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  6. He leído con agrado el relato del cuento y me resulta curioso ver lo difícil que le resultó al rey encontrar a una persona feliz: NO HABÍA PERSONAS FELICES, ¿quedan personas felices?, me pregunto.
    Curiosamente el hombre que sí era feliz se dedicaba a la naturaleza, a podar árboles frutales, y además no quería ir a ningún palacio,sorprendente.

    Tendemoa a copiar, somos clones de otros/as, no dejamos decidir a los demás, el rey no escucha cuando le dice que no quiere acompañarle, no acepta su negación. Es difícil dejar que los demás decidan y mucho más si son hijos, si queremos evitarles lo peor y darles ese mundo perfecto que nosotros/as no hemos encontrado, porque, quizá, la belleza no esté en la perfección, sino en el desarrollo de la misma.

    Escuchar sin dejarse influir demasiado, respetando las diferencias de los demás, sabiendo ser felices y dejando que otros/as, a su vez, lo sean, es una buena lección. Tendré que aplicarme más en ella.

    Hipálage.

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