LLEGÓ TU HORA

Te había hablado en otras ocasiones de las cosas que hacíamos en los grupos de auto ayuda del T.E. , del ambiente mágico que se creaba cuando cada persona dejaba al lado de su silla su coraza y sus miedos y abría de forma ácrata su corazón. Tú me escuchabas atentamente y con tus ojos claros me decías la misma respuesta: "Eso no es para mi".

Me acostumbré a respetar tus pasos y tu ritmo, pero en los momentos bajos que la vida te ofreció volví a llamar a tu puerta y te hablé con sosiego de los procesos comunes, de los pasos compartidos, de las lágrimas enjugadas encompañía, de los dolores que son tan parecidos. Te hablé, amor, de Julia, Angeles, Sofía, Ernesto, Eduardo, Camino, Gloria..., te hablé de tantas personas..

Hoy al verte en la sala, con tus pulseras de colores y tu cara redonda, supe que había llegado tu hora, la hora de "desandar viejos caminos", de "desaprender viejas teorías" y de iniciar la larga marcha de la libertad, aquella que conduce a lo más bonito de cada ser humano.

Por eso, me permito llorar de emoción por ti y por tantos hombres y mujeres a los que les llegó su momento.