El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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martes, 20 de enero de 2015

Con alegría

Elena Almirall
gentileza de www.grego.es



Hagas lo que hagas, hazlo con alegría.
Estés donde estés, estate con alegría.
Seas lo que seas, sé con alegría.

A veces –muchas veces- me pregunto qué es lo que pide de mí la vida, qué es lo que me toca hacer, cómo debo hacerlo, hasta cuándo, en qué condiciones. Y, a veces -muchas veces- me estreso porque me cuesta saberlo. Pero al final me doy cuenta de que todas esas preguntas nacen de mi orgullo. Da la sensación de que tendría que ser algo más de lo que soy, de que tendría que estar en otro lugar, de que mi vida debería ser diferente de algún modo. Y no es así.
Entonces comprendo que estoy exactamente donde debo estar y que me sucede exactamente lo que debe sucederme. Reconozco, con la poca humildad de la que soy capaz, que hay una Inteligencia Superior a mí que organiza las cosas de la forma en que deben ser organizadas –siempre he sabido, y lo repito hasta la saciedad, que la vida es mucho más sabia que yo-. Así que últimamente, mi mantra es “Hágase Tu Voluntad”.
Y esta pequeña gran frase que a los que somos de origen católico nos suena incluso rancia, ha adquirido un nuevo significado para mí. “Hágase Tu Voluntad” significa entregarme al aquí y al ahora con alegría, con confianza, con la seguridad de que estoy exactamente donde debo estar y de que me sucede exactamente lo que debe sucederme.
La clave está, pues, en dejar de cuestionarme. En comprender que la felicidad no es más que esa entrega total, con profunda humildad y con intensa alegría a lo que me sucede en este preciso momento. Abandonar la queja. Renunciar al juicio. Y decidirme hacer lo que me toca hacer. Si debo seguir como estoy, lo hago. Si debo cambiar algo, lo cambio. Pero siempre con alegría. Hacer lo que me toca hacer. Estar donde me toca estar. Ser lo que me toca ser. Con alegría.

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Gran reflexión. "Hágase tu voluntad" es la parte más difícil del Padre Nuestro.

    Jm

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  2. Está muy bien que me recuerden que tengo que vivir siempre con alegría, con PROFUNDA HUMILDAD. Aceptando lo que se me presente en cada momento, porque si algo me sucede en ese momento es porque tiene que ser así. A Marian le ha parecido magnífica la exposición.

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